Si hay algo que muchas veces no se dice pero se siente, es esa tensión rara que aparece cuando un rasta se cruza con la policía. ¿Prejuicio? ¿Estigma? ¿Costumbre del sistema? Un poco de todo. Y aunque no vivimos lo mismo que los hermanos rastas de Jamaica, que sí fueron perseguidos brutalmente por el Estado, en Argentina también se siente el peso del Babylon en la calle.
En nuestro país, tener dreadlocks, vestir con colores rasta o simplemente tener una estética alternativa puede ser motivo suficiente para que te paren, te revisen o te miren raro. No porque hiciste algo, sino porque encajás en el estereotipo del ?sospechoso de fumar porro?. Y eso, que parece una boludez, es violencia simbólica. Porque ser rasta no es una moda: es una filosofía de vida que cuestiona el sistema, promueve la paz, la naturaleza, la identidad afro y el respeto.
Lo que molesta no es el porro ?que dicho sea de paso, debería estar legalizado ya?. Lo que molesta es lo que representa el rasta: alguien que eligió no seguir el camino tradicional, que piensa por sí mismo, que cuestiona lo impuesto y vive en su propio ritmo.
No nos persiguen como en otras partes del mundo, es verdad. Pero tampoco nos dejan ser del todo. A veces nos miran como vagos, otras como ?peligrosos?, y otras como exóticos de feria artesanal. Lo que falta es respeto, comprensión y dejar de meter a todos en la misma bolsa.
En Natural Rasta no nos victimizamos. Pero tampoco nos callamos. Porque creemos que ser rasta en Argentina es también resistir desde el amor, la música, el respeto y la coherencia.
Si te pararon por tus rastas, si te miraron raro por cómo vestís, si sentiste el prejuicio de frente, no estás solo. Somos muchos, y cada vez más los que elegimos vivir fuera del molde.
Bless up. Seguimos caminando.
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